Aparatos reproductores

Aparatos reproductores

Las células reproductoras o gametos son producidas, tanto en animales como en vegetales, en unos órganos sexuales que en los animales se llaman gónadas. Existen. por tanto, gónadas masculinas, que en el caso de los animales se llaman testículos, y gónadas femeninas, u ovarios, suponiendo la posesión de unas u otras el carácter sexual primario que diferencia a los individuos de una misma especie. Sin embargo, hay animales, como los caracoles y las lombrices de tierra, que poseen ambas gónadas: se trata de seres hermafroditas. Las gónadas constituyen la parte fundamental y siempre presente de los aparatos reproductores animales, pero en la mayoría de los casos van acompañadas de otros componentes básicos para la reproducción: los conductos genitales y los genitales externos.

En esencia, existe un cierto paralelismo en la organización de los sistemas reproductores masculinos y femeninos: las gónadas son, por lo general, órganos pares, excepto en algunos animales como la gallina, que sólo tiene un ovario, o las sanguijuelas, que poseen múltiples ovarios y testículos; también en los dos sexos, las gónadas constan de las células madres de las células sexuales, a partir de las cuales ocurrirá la gametogénesis, y de una serie de células nutricias. En el interior de testículos y ovarios existe también una categoría de células productoras de hormonas, diferentes según los sexos, que serán las responsables de la aparación de los caracteres sexuales secundarios: cuernos en el ciervo macho, barba en el hombre, desarrollo de mamas en las hembras mamíferas, etc.

Evidentemente, también hay diferencias entre ambos sistemas reproductores y así, los ovarios son siempre intraabdominales, mientras que los testículos, en general, se encuentran fuera de la cavidad abdominal, alojados en una bolsa o escroto, ya que la temperatura interior del cuerpo mata los esperamatozoides y disminuye la producción de hormonas masculinas. Sin embargo, también en este aspecto hay excepciones, ya que, por ejemplo, en los murciélagos y roedores los testículos descienden hacia el escroto solo en la estación reproductora. Un caso especial lo constituyen los testículos de las aves, ya que, pese a ser intraabdominales, no están afectados por la alta temperatura del cuerpo, lo que se podría explicar por la proximidad de las gónadas a los sacos aéreos, que permitirían cierta refrigeración de los testículos.

Los conductos genitales a lo largo de los cuales descenderán las células sexuales son también pares en ambos sexos, aunque al final de su trayecto suelen coincidir en una formación impar. Los conductos genitales femeninos son los oviductos, que desembocan en el útero, y este, en la vagina. El útero es a menudo un órgano doble -en todos los vertebrados no mamíferos- y desemboca en la vagina o en una cavidad mixta urogenital llamada cloaca. En las especies más primitivas la vagina está relacionada con la cloaca, pero durante la evolución de los mamíferos se ha separado progresivamente de los tractos tanto digestivo como urinario, y ya en la hembras de los primates, uretra, vagina y ano desembocan cada uno independientemente.

Los conductos genitales masculinos suelen ser muy largos, y por ello aparecen enrollados hasta que desembocan en un canal único. A lo largo de su trayecto se encuentra una serie de glándulas: vesículas seminales, próstata, glándulas bulbouretrales, que en conjunto producen un líquido viscoso llamado semen o esperma, en cuyo seno nadan los espermatozoides.

Los genitales externos femeninos sirven como anclaje y guía al aparato copulador masculino durante el apareamiento. En el caso de los insectos, constituyen el ovopositor, que es una estructura aguzada y fina por la que se depositan los huevos y con la que excavan en el suelo al hacer la puesta. En la época del celo, los genitales externos de la hembra pueden sufrir modificaciones qie faciliten la atracción del macho: aumento de la pigmentación, hinchazón , secrección olorosa, etc.