Los anfibios

Los anfibios

Los anfibios son los vertebrados que evolutivamente representan la transición entre los vertebrados acuáticos (peces) y los vertebrados terrestres (inicialmente los reptiles). Esta transición lenta requirió millones de años a lo largo de los cuales desaparecerían estructuras tales como las escamas, aletas, branquias, etc. Para dar lugar a patas, pulmones, etc. Sin embargo, en los anfibios actuales estos logros solo aparecen en una segunda etapa del desarrollo, mientras que en la primera quedan los vestigios propios de los animales acuáticos (de aquí la denominación de anfibio, que quiere decir “doble vida”). El prototipo de anfibio más conocido es la rana común, habitante asiduo de riberas y charcas y que con su característico croar rompe el silencio en las noches templadas. La rana, como otros muchos vertebrados, tiene una época especial en el año durante la cual procede al apareamiento previo a la reproducción. La época coincide con la primavera, y en ella las hembras se sienten atraídas por el intenso croar de los machos, reuniéndose ambos en zonas encharcadas.


Para el apareamiento, el macho se sitúa sobre la espalda de la hembra, fuertemente abrazado a ella, por lo cual éstos poseen en sus dedos pulgares un engrosamiento, llamado almohadilla nupcial, durante la cópula. Este estrecho contacto provoca en la hembra una serie de estímulos que la hacen expulsar sus óvulos, al mismo tiempo que el macho deposita sus espermatozoides sobre ellos para que tenga lugar la fecundación, que se realiza siempre en el agua. Hay, por tanto, apareamiento, pero la fecundación es externa. Una vez fecundados, los óvulos quedan en el agua directamente o bien adheridos a alguna planta acuática en grandes cantidades y rodeados de una masa gelatinosa. En ocasiones, como ocurre con el sapo partero, el macho carga con la masa de huevos fecundados sobre sus espaldas hasta que llega el momento del nacimiento.

Un hecho particular del ciclo vital de los anfibios es que el individuo que nace no se parece al adulto ni por la forma ni por los caracteres; tiene que sufrir determinados cambios que forman su metamorfosis. El ejemplar nacido del huevo es una auténtica larva acuática dotada de respiración branquial a la que se llama renacuajo o cabezudo y que, por su forma, recuerda a un pececillo, presentando una larga cola aplanada reforzada por una pequeña aleta. A lo largo de la metamorfosis van aconteciendo los cambios que implican la desaparición de tales estructuras y la aparición de las extremidades y los pulmones, de tal forma que ha de transcurrir cierto tiempo –tres años, en el caso de la rana- hasta que el individuo alcance su madurez y sea apto para la reproducción.

Existen otros anfibios, llamados urodelos, que tienen caracteres más primitivos que los de las ranas (anuros); una de sus especies es el ajolote, que no sufre metamorfosis y durante toda su vida se conserva en estado larvario, siendo capaz de reproducirse en esta situación. Este fenómeno, de gran interés biológico, recibe el nombre de neotenia.


Diversos experimentos científicos han demostrado que la transformación del renacuajo en rana está regulada por la acción de determinadas hormonas tiroideas e hipofisarias sobre la carga genética del animal.


En la Embriología experimental, ciencia de gran importancia en la actualidad, las investigaciones sobre embriones se efectúan en su mayor parte sobre los de anfibios por una serie de razones muy concretas: su tamaño, de 1 a 3 mm, su gran número, la facilidad de lograr la puesta artificialmente, sea cual sea la época, y de seguir todo el desarrollo atendiendo a caracteres morfológicos fácilmente observables. Por otra parte, los huevos y los embriones de los anfibios se pueden mantener fácilmente en un laboratorio: basta un recipiente con agua y algo de materia orgánica.

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