Las aves

Las aves
Las aves son los vertebrados que, en conjunto, manifiestan mayor uniformidad en sus caracteres. Los rasgos más característicos y diferenciales relativos a su aspecto externo son el tener el cuerpo recubierto de plumas y poseer un pico córneo. Evolutivamente proceden de los reptiles que se adaptaron al vuelo, como el Archeopteryx, en el que coexistían caracteres reptilianos (dientes y cola) con otros propios de ave (plumas y alas). Entre las especies vivientes, se consideran más primitivas, menos evolucionadas, aquellas que no están capacitadas para el vuelo, como el avestruz, kiwi, ñandú, etc. Caso aparte son los pingüinos, que no vuelan y cuyas alas se han transformado en auténticas aletas para facilitar su navegación.

La conducta sexual de las aves con vistas a su apareamiento y reproducción es de las mejores conocidas y más estudiadas. El hecho de que las aves deban construir un nido para poner sus huevos e incubarlos, parece incidir en que los miembros de la pareja, en su conjunto o por separado, estén implicados en la fabricación de dicha morada, en su defensa, en la incubación y en el cuidado de las crías. Las ceremonias prenupciales en las aves son de las más características, y se ven reforzadas por la existencia de grandes diferencias en los caracteres sexuales secundarios; por ejemplo, en los faisanes los machos son de mayor desarrollo y de plumaje más vistoso que el de las hembras. En los casos de dimorfismo sexual acusado, los machos suelen hacer gala de su colorido mediante despliegue de plumas, contoneos, etc., ante las hembras, como sucede con el pavo real.
Todas las aves son ovíparas, es decir, se reproducen mediante huevos. Para la cópula, los machos no disponen de un órgano copulador, por lo que éstos se sitúan sobre las hembras uniendo sus cloacas para trasvasar el semen a los órganos genitales de la hembra; es decir, hay oposición pero no penetración.
Los óvulos de las aves, como lo de los reptiles, contienen gran cantidad de sustancia de reserva (vitelo) en su interior y una serie de membranas protectoras extraembrionarias. Una vez acontecida la fecundación en la parte superior del oviducto, el huevo, en su descenso por las vías genitales femeninas, va adquiriendo todas las envolturas hasta la más externa: la cáscara calcárea. Es muy corriente que dicha cáscara presente distintas coloraciones o tatuajes, que, en general, cumplen una función mimética.

La norma dentro de las aves es la construcción de nidos, pero los materiales para dicha elaboración y el lugar en que se disponen varían enormemente de unas especies a otras. Hay especies que utilizan elementos vegetales: hojas, ramitas, hierbas (los gorriones); otras, barro o cieno (algunas golondrinas), y otras que aprovechan grietas o excavan en el terreno. El tamaño de los huevos suele guardar relación con el tamaño del ave: así los huevos más grandes corresponden al avestruz, y los más pequeños, al pájaro mosca o colibrí. El número de huevos por puesta varía desde uno o dos hasta quince o veinte. La incubación, en general, corre a cargo de la hembra, pero en algunos casos participa el macho.

Terminado el período de incubación, el embrión, que se ha ido desarrollando en el interior del huevo, hace fuerza con una formación córnea que tiene en la parte anterior del maxilar superior, llamada diente del huevo. Gracias a su ayuda rompe la cáscara y sale al exterior. En la mayoría de las aves, las crías al nacer son incapaces de valerse por sí mismas, por lo que permanecen en el nido durante un cierto tiempo (especies nidícolas), durante el cual los padres les proporcionan el alimento y el calor y, al poco, se convierten en sus instructores de vuelo. Pero también hay especies que cuyas crías nada más al salir del cascarón pueden valerse por sí mismas y abandonan el nido; se denominan nidífugas. En uno u otro caso, las crías al nacer pueden tener el cuerpo desnudo o recubierto de pulmón, apareciendo más tarde las plumas definitivas.

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